La casa de los espíritus
La casa de los espíritus, ¡donde! En el país de los espíritus, Somos el ciego con los ojos más hermosos, El jardín del Edén privado, Donde el mundo y su gente son siempre ajenos. En su cama Violeta, Víctor, Vicente, Marcela, Javiera, Paula, Laftraro, Gladis, gavarino, José Miguel, Pedros, Lucila, Neftalí, Salvador, Manuel, Miguel, todos juntos duermen en el olvido. Las fiestas patrias se celebran en el vaso, y agarramos el orgullo a pelotazos, cualquier lucha a balazos, a los primogénitos a tanquetazos. Somos el país donde si el fruto no nace maduro, lo tratamos de podrido. A cuanto me vendes el alma, el juramento a la bandera está sin sello, es privada, y la casa de los espíritus se arrienda, ahí donde lucha, canto o poema, son no más que un destello de un pasado ajeno, donde no hay rastro, ni camino, nadie buscaba el perdón, todos nos quedamos en el olvido. Las costumbres son disfraces que no duran más de una semana.